SOBREVIVIENDO EN LA CIUDAD

Mi vida en Linares es, actualmente, un coñazo. Hago muchas cosas, veo a gente y estudio. Pero aquí todo contacto es superficial y nada me llena. Añoro una vida cultural más activa y echo de menos a mis amigos de siempre. La mayor parte del tiempo paseo sola por la ciudad. Y es aburrido. Necesito un trabajo. Lo malo es que Linares es el peor sitio del mundo para buscarlo. La provincia tiene un 40% de paro. ¡Increíble! Yo creo que es el lugar del mundo con más gente desempleada. Y todo sigue tranquilamente... Nada pasa aquí. Es extraño.

Gracias al desempleo, todas las mañanas hay mucho ambiente por las calles. Los bancos están llenos de pensionistas y las madres pasean y charlan. Las plazas están abarrotadas y todo el mundo es muy educado. La gente es, sin duda, lo mejor de Linares.

Hay en las calles una alegría cotidiana. Y, mientras, yo soy inmensamente triste. Por lo menos, así me siento hoy. Todo me parece deprimente. En fin, supongo que será el día. 

La semana pasada estaba más ocupada. Tenía trabajos pendientes, así que me olvidé de mis problemas. Pero no se puede huir eternamente... Y aquí sigo.


 
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LA LLEGADA

No sé por dónde empezar. Han pasado muchas cosas y no ha pasado nada. En fin, se empieza por el principio y ahora tengo tiempo. El fontanero no llega hasta las 10:30 y estoy atrapada esperándolo.

Todo comenzó este mes de agosto. A mi pareja le surgió un trabajo en Linares para todo el año y me pidió que lo acompañase. Y yo no tengo ataduras. Como le pasa a la mitad de los españoles de entre 25 y 35 años, estoy en el paro. Es una peste como otra cualquiera. La enfermedad social de nuestros días y no se puede luchar contra la historia, ¿o si?

Nos marchamos el día 30 de agosto. Cogimos el coche a las seis de la mañana. Hacía frío. Llenamos el maletero con nuestras valiosas pertenencias, que, al final, no son tan valiosas. Es increíble lo poco que se necesita para sobrevivir. Vivir..., bueno, vivir viven los que tienen más de 45 años y un trabajo estable. Esa casta privilegiada que ha endeudado nuestro país. Esa generación maldita que bien debiera dar menos consejos y rebajarse el sueldo. Me callo. Un teclado es como una piruleta. Me lo das y te cuento todos mis secretos.

El viaje fue tranquilo. Paramos en tres o cuatro estaciones de servicio. Me encantan esos no-lugares, sobre todo, si todavía es de noche. Parecen los escenarios de una película de Romero. Abandonados, con muertos vivientes rondando (yo soy uno de ellos, claro está). No-lugares en los que amanece en silencio. No-lugares para no-vidas. 

Y llegamos a las cuatro de la tarde. Al entrar en Linares, me sorprendió la suciedad. Las aceras están llenas de chicles, hay casas viejas con la pintura desconchada y el calor se pega a la ropa. Los olivos disminuyen cuando te acercas a la pequeña ciudad y, poco a poco, los restos industriales aparecen. Me gustó este sitio desde el principio. Me gustan los fracasos y este lugar me pareció una bella metáfora de lo que podía haber sido España (un país industrial y con futuro) y de lo que es actualmente.

Sí. Si uno quiere conocer España, ha de visitar Linares. Aquí la historia reciente está escrita en las rutas de senderismo, en las calles y en los cuerpos mutilados de sus gentes. 

Llegué y comprendí cuál es la situación actual. Llegué y me gustó lo que vi.

BIENVENIDA

La vida es dura y hace tiempo que sé que, además, suele ser bastante injusta.

Todavía no entiendo qué estoy haciendo aquí, en Linares (Jaén). Si he de decir la verdad, hace unos meses ni siquiera sabía que este lugar existía. Sí, casi tres carreras, varios idiomas y un curso de postgrado y no sabía ubicar esta ciudad en el mapa de España. La ignorancia es atrevida. 

Pero ahora ya sé que esto es Linares y me ha sorprendido para bien. La vida es dura, es injusta y es extraña. Por eso estoy aquí.